POBLADORES INDÌGENAS
Hace 10.500 años el Valle de Aburrá era recorrido por tribus de cazadores y recolectores. Cuando llegan los conquistadores españoles ya encuentran asentada una población nativa numerosa, que opuso poca resistencia. Eran aburraes, yamesíes, peques, ebéjicos, noriscos y maníes, que, se calcula, estaban allí desde el Siglo V a. C. Tenían grandes cultivos de maíz y fríjol, criaban curíes y perros mudos, tejían mantas de algodón y comercializaban sal. Y no desconocían la orfebrería. Bajo el dominio español fueron repartidos en encomiendas y desplazados de sus tierras. La deserción, el maltrato, las enfermedades y el duro trabajo intensivo en la tierra y las minas, en pocos años los diezmaron.
NACE LA VILLA
Como la explotación de los ricos yacimientos de oro en el nordeste de la provincia de Antioquia, se requería de productos agrícolas y de carne para alimentar a los mineros, el Valle de Aburrá se convirtió en despensa para surtir a estos trabajadores. Además de la actividad agropecuaria, también fue importante su posición estratégica, entre la región minera y Santa Fe de Antioquia, que obró como capital de toda la provincia y de la Gobernación del mismo nombre
La pujanza de lo que hoy es Medellín contrastaba con el envejecimiento y empobrecimiento de la antigua capital, y los personajes sobresalientes de Antioquia empezaron a pasar largas temporadas en el valle, al tiempo que compraban aquí tierras. Desde 1670 empezó a gestarse entre los habitantes de de La Candelaria de Aná el deseo de tener cabildo, lo que implicaba autonomía administrativa frente a la ciudad de Antioquia. El 20 de marzo de 1671, Francisco de Montoya y Salazar, gobernador de la Provincia de Antioquia, decretó la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná
PRIMER ESCUDO